El vacío tras una pérdida
El dolor emocional es una herida invisible. Pese a ello, sus efectos pueden llegar a ser tan reales e incómodos como una picadura de serpiente.
Aunque la causa del dolor no sea física, las consecuencias de sus efectos sí lo son y podemos notar, entre otras, palpitaciones, mareo o una opresión en el pecho, un vacío que nos deja sin respiración.
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El duelo
El duelo es el proceso psicológico al que nos enfrentamos tras las pérdidas, algo que todos, tarde o temprano, viviremos a lo largo de la vida.
Por definición, la pérdida de cualquier objeto de apego provoca un duelo, si bien la intensidad y las características de éste pueden variar en gran medida en función del grado de vinculación emocional con el objeto, de la propia naturaleza de la pérdida y de la forma de ser y la historia previa de cada persona.
Aunque el duelo se asocia inmediatamente a la muerte, las pérdidas pueden ser muy diversas: rupturas de pareja, cambios de domicilio, cambios de estatus profesional, procesos de enfermedad o de merma funcional, entre otros.
Cuando estamos tristes, tras una pérdida del tipo que sea, esa sensación de vacío se adhiere a nosotros volviendo nuestros movimientos pesados, invitándonos a hacernos un ovillo y a la reflexión.
Y es precisamente lo que nuestro cerebro quiere, que nos detengamos para poder asimilar nuestra nueva realidad. Pero, ¿por qué pasa esto?
¿Por qué nos duele el pecho cuando estamos tristes?
Como hemos dicho, aunque la herida sea invisible sus efectos son físicos. Os explicamos por qué:
Este dolor aparece cuando el sufrimiento es muy elevado o perdura en el tiempo, entonces el cuerpo reacciona:
1. El cuerpo interpreta esa tristeza intensa y prolongada como una amenaza, generando en consecuencia una respuesta de estrés.
2. Esta respuesta de estrés libera hormonas como la adrenalina y el cortisol. La tensión arterial se eleva y el cerebro decide enviar mayor cantidad de oxígeno a los músculos y no tanto al corazón y los pulmones, para facilitar una huida.
3. Sentimos esa sensación de ahogo y presión como consecuencia de estas alteraciones hormonales y fisiológicas.
Cómo sanar
Aunque no nos gusta utilizar el verbo «curar» ya que el duelo no es una enfermedad, sí que se utiliza muchas veces la expresión de sanar. ¿Cómo sanar el duelo?
Para ello debemos ir al foco del problema, la pérdida. Hablar de ello, verbalizar lo que ha significado para nosotros es muy beneficioso por el simple hecho de que libera estrés. Si conseguimos romper la cadena de consecuencias, poco a poco nos iremos encontrando mejor.
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Hay que recordar que el duelo no es un estado sino un proceso.
Si con el tiempo los síntomas perduran, no disminuyen de intensidad o nos impiden hacer vida normal, lo mejor será consultar un especialista.